La presentadora Giselle Fernandez deja Access
Hollywood despues de dos años y le abre nuevas vías de acceso
a su carrera.
Como reportera de la cadena CBS durante una conferencia de
prensa en La Habana, en 1994, Giselle Fernandez no quiso
ser una más en la turba de periodistas que vociferaban
preguntas a Fidel Castro. Así que cuando el polémico
presidente cubano se retiró, Fernandez le dijo a su camarógrafo:
"Sígueme, todavía no he terminado esta entrevista".
Lo que pasó después hizo historia: la hermosa trigueña
acorraló a Castro y le arrancó la primera entrevista para
la televisión norteamericana que diera en varios años.
"Fidel fue el golpe de suerte de mi carrera", dice Fernandez.
"Verdaderamente sentí que fue una prueba de mi
perseverancia".
De hecho, esa determinación fue la que ayudó a
Fernandez a obtener cinco premios Emmy y ser una de las presentadoras
más reconocidas en Estados Unidos. Y aunque en sus comienzos
informó sobre algunas de las principales historias de la
década, Fernandez, de 37 años, ha pasado los últimos
dos cubriendo el lado más divertido de la vida. Como
coanfitriona de Access Hollywood, el programa de NBC con
noticias del espectáculo, frecuentemente sacaba a relucir
las intimidades de luminarias como Harrison Ford, Tom
Cruise y Barbra Streisand. En el camino, también se
convirtió en una celebridad. El año pasado fue coanimadora
del Latino Laugh Festival en San Antonio, Texas, con Cheech
Marín; y apareció en un anuncio en la revista Vogue como
una de "las mujeres que no se deben perder de vista".
Ahora, la carrera de Fernandez toma un nuevo giro tras
abandonar Access, lo cual ha dejado boquiabiertos a muchos
expertos en la industria de la televisión. "La gente dice:
'¿Por qué vas a dejar un trabajo tan bueno?'", dice Fernandez,
sentada en la sala de su villa en el litoral de Santa
Bárbara. "El sueldo es excelente y es divertido. Pero todavía
soy joven y quiero hacer otras cosas". Aunque no revela
exactamente qué son esas cosas, Fernandez dice que le
gustaría desarrollar programas para los mercados hispano y
anglosajón, así como continuar coproduciendo Café
Olé, su espacio de entrevistas por Sí TV.
Fernandez heredó su vocación de sus padres, José,
bailador de flamenco ya fallecido, y Madeleine, una norteamericana
que canta rancheras. A mediado de los 60 la pareja salió de
México con Fernandez y su hermano mayor, Pepe, hacia Los
Angeles. La familia tuvo que luchar para salir adelante.
"Mi madre cantaba en restaurantes por la noche y mi papá
bailaba en casi todos los clubes del pueblo", dijo Fernandez,
quien después de clases trabajaba de mesera en un
restaurante japonés. Aun después de haberse graduado de
California State University en Sacramento, todavía pasaba
apuros de dinero. El traje sastre que vistió en el vídeo
presentado para conseguir su primer empleo en la televisión,
lo tuvo que pedir prestado en una tienda de departamentos.
Valió la pena. Desde que comenzó como reportera de
KRDO, en Pueblo, Colorado, su ascenso ha sido meteórico. Pero no
sin contratiempos. En 1988, siendo reportera de televisión de
WBBM, en Chicago, fue criticada por entrevistar a un
reconocido narcotraficante durante un paseo en bote que
muchos calificaron de romántico. Fernandez había coordinado
con las autoridades para que el traficante se entregara
después de la entrevista. Todavía ella insiste en que no
hizo nada incorrecto. "Debieron haberme dado montones de
premios por eso", dice. Jim Avila, un reportero de la
cadena NBC que entonces se sentaba junto a Fernandez en la
sala de redacción en Chicago, dijo que "alguna gente la
amaba y otra no".
Tal vez el más ferviente de esos adoradores fue Ron Kershaw,
el director de noticias de WBBM, con quien Fernandez estuvo
comprometida (Kershaw inspiró la película Up Close and
Personal, protagonizada por Robert Redford). Involucrarse
sentimentalmente con su jefe no le ganó popularidad a Fernandez,
a quien acusaron de haber obtenido puestos a fuerza
de coquetear. ("No importa lo mucho que una se esfuerce, la
gente siempre te calumnia".) Sin embargo, la relación
prosperó por un año hasta que Kershaw murió de
cáncer del páncreas en 1988, con Fernandez a su lado. "Fue
traumático", dice. "Él fue el amor de mi vida". Un año
después se fue de Chicago para trabajar como reportera de WCIX en
Miami. A los dos años, las ofertas de las principales cadenas
noticiosas le llovían.
Hoy, su vida es menos polémica y mucho más relajada.
Fernandez pasa los fines de semana con su novio, Don Dahler,
corresponsal de la cadena CNBC, de 38 años, y sus tres
perros pastores escoceses, Skye Dog, Prestor John y Nellie
Blye. Finalmente ocupa un lugar en una constelación de
estrellas a la que antes sólo podía acercarse como
reportera. Pero todavía se está acostumbrando a la fama.
"Cuando la gente piensa en mí como una celebridad, me río",
confiesa. "Porque yo soy simplemente una niñita que
proviene de una familia bastante común y corriente y que ha
tenido mucha suerte".
de BETTY CORTINA
LESLIE BERESTEIN en Santa Bárbara
GRANT PICK en Chicago y
CARLOS HARRISON en Miami